martes, 25 de octubre de 2011

“As she walks in the room… “

Las luces generales se apagan y las pantallas de celulares y cámaras las sustituyen, mientras los gritos y aplausos resuenan luego de varias canciones de dub. Pero aún todo es silencio y oscuridad.  El manifiesto hecho por  Portishead basado en “La regla wicca del 3” se escucha en portugués, platillos y una guitarra frenética. Se abren las puertas auditivas; el sonido brutal se apodera del grupo y de la gente, paradójicamente con una canción titulada “Silence” .



Nylon Smile continúa con el orgasmo auditivo conducido por una voz melancólica y poderosa. Para el momento que llega Mysterons esa voz es casi apagada por las miles de personas que corean “…all for nothing, did you really want…” Visualmente el espectáculo se complementa junto con el sonido envolvente y esto queda claro a la hora de The Rip cuyo video es proyectado detrás del grupo y en las pantallas. Una animación que acompaña la música de manera magistral. Una animación para perderse momentáneamente.

Si canciones atrás los gritos de la gente casi ahogaban la voz de Gibbons, en  una de las canciones más representativas del grupo -Sour Times- las miles de almas cantando “ …´cause nobody loves me it´s true…” cumplieron el cometido. Nadie se sentía amado, no como el grupo de Bristol lo hacía en ese momento. Magic Doors en una canción perfecta mejorada en directo, su letra es de desesperación y aceptación a la vez. Se acepta sentirse deshecho aunque no se sepa quién es uno. Los pianos sonaban enormes, hablaban y reflejaban la desesperación y rabia.

El momento de la noche llegó con Wandering Star. La versión casi desnuda desprovista de los clásicos scratches y beats trip-hoperos sonó solamente con un bajo eléctrico haciendo unos pocos acordes, con una guitarra tocada con lo que parecen ser unas pinzas y sobre todo con una voz que estremeció hasta la medula. La Llorona se hizo presente casi al final de la canción, los aplausos también sonaron mucho antes de concluir haciendo sentir escalofríos. Beth Gibbons es la llorona de la que hablaba la leyenda y esa noche se comprobó. Además si en los sesentas existió la bruja cósmica, afortunadamente hoy tenemos a esta Llorona ácida.


Machine Gun, (a mi parecer la mejor canción de lo que va de este siglo) fue rasposa, agresiva y movió a más de uno de su sito. El aplastante sonido te hacía sentirte muy muy pequeño. Y si Machine había sonado bravucona  los scratches de Over sobrepasaron los limites e hicieron presencia no como un elemento de adorno sino como parte fundamental de la música moderna. Glory box fue cantada cómo si hubiera sido el gran hit de años atrás pero anunciando un futuro: “Give me a reason to be a woman…” Mención aparte el sonido monstruoso de las baterías.
Hubo momentos donde nos pudimos sacudir con el krautrock de Chase the tear y su hipnótico ritmo. Desde el inicio alguien gritaba Cowboys y la solicitud fue cumplida. Threads se coló con su “i´m always so unsure” mientras todos estábamos en espera de más música de un grupo que –y queda demostrado- tiene la única intención de ser una banda que ofrezca música interesante. Portishead se despidió con sonrisas en el rostro. Volvieron para regalar Roads, melancólica, sublime, de consternación pero con un toque de esperanza.


No había mejor forma de cerrar que con We carry on, final apoteósico de un show que se convirtió en experiencia y que nos dio a los asistentes a probar ese “taste of life”. Beth Gibbons bajó a saludar a las personas de primera fila, su enorme timidez decidió esconderse por un momento y tocar las manos que aplaudieron hasta cansarse, sentir el calor de una noche que empezó con aire frio y que las torres de altavoces se encargaron de calentar. Comunión perfecta entre público y artista.

En una entrevista por la salida del disco Third los cerebros de Portishead decían que ante el decepcionante panorama musical ellos decidieron hacer el disco que deseaban escuchar, la música que tenían ganas de que existiera. El festival que albergo el concierto de Portishead fue más o menos algo así. Mucha música, muchas propuestas bien interpretadas, pero falta de sustancia, de algo refrescante y único. En definitiva El show de Portishead fue el concierto que tras presenciar varios grupos, muchos teníamos ya ganas de escuchar.