No tan helada porque el sabor se
pierde, no tan caliente porque a los primeros tragos la puedes detestar. Así es
la vida, como una buena cerveza. No depende de las marcas, no depende de la
graduación de alcohol, ni del estilo de fermentación, ni del color o textura.
Igual que la vida la cerveza perfecta esta en ese justo medio, difícil encontrar
la manera de provocarla, se da sola, se descubre en el mismo instante en que
hace el efecto perfecto y justo cuando se esta saboreando ese máximo placer, y ese efecto se va.
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